El empate en un gol entre Gimnasia de Jujuy y Banfield derivó en una ensordecedora silbatina que reflejaba la broca de los hinchas locales, quienes no pueden encontrar razones a tantos errores y desinteligencias de su equipo.
En la primera etapa (27´), Carranza aprovechó un error de Barraza y definió bien frente a Luchetti. El plantel local jugaba mejor que la visita y el clima en el “23 de Agosto” era de esperanza. Por fin se comenzaba ganando y se pudo apreciar buen juego. Pero al término del primer tiempo, un error colectivo le permitió a Cvitanich definir lo que Devaux y Pérez Castro construyeron en base a fallas defensivas.
Es una lástima que el pobre Desvaux tenga que soportar el peso de sus errores con el público en contra, ya que es justo decir que el equipo entero no define los partidos y las responsabilidades son compartidas por todos.
La prueba de esto estuvo en el complemento, en donde no se pudo torcer la historia. Gimnasia necesitaba un triunfo para dejar de depender de resultados ajenos, pero la falta de definición volvió a ser protagonista y se terminó el encuentro con un muy mal sabor de boca. El sabor que dejan las puteadas y la bronca de no poder darle algo al público con que ilusionarse.
Entonces, no vale la pena explayarse demasiado en las jugadas que pudieron haber sido goles. Arraya no pudo concretar sus opciones, Turdó trabajó lo suficiente cuando reemplazó a Carranza y Luna (que ingresó por Pieters) casi se viste de héroe cuando probó desde lejos, pero la pelota terminó arriba del travesaño.
El “Lobo” no despega, carretea en una inmensa pista que se hace cada vez mas angosta y más corta. Parece que la carga negativa que este “vuelo” tiene encima (lesiones, goles en contra, errores y falta de eficacia) no le deja levantar las narices y los ascensos terminan siempre en un “aterrizaje forzoso”.
En la primera etapa (27´), Carranza aprovechó un error de Barraza y definió bien frente a Luchetti. El plantel local jugaba mejor que la visita y el clima en el “23 de Agosto” era de esperanza. Por fin se comenzaba ganando y se pudo apreciar buen juego. Pero al término del primer tiempo, un error colectivo le permitió a Cvitanich definir lo que Devaux y Pérez Castro construyeron en base a fallas defensivas.
Es una lástima que el pobre Desvaux tenga que soportar el peso de sus errores con el público en contra, ya que es justo decir que el equipo entero no define los partidos y las responsabilidades son compartidas por todos.
La prueba de esto estuvo en el complemento, en donde no se pudo torcer la historia. Gimnasia necesitaba un triunfo para dejar de depender de resultados ajenos, pero la falta de definición volvió a ser protagonista y se terminó el encuentro con un muy mal sabor de boca. El sabor que dejan las puteadas y la bronca de no poder darle algo al público con que ilusionarse.
Entonces, no vale la pena explayarse demasiado en las jugadas que pudieron haber sido goles. Arraya no pudo concretar sus opciones, Turdó trabajó lo suficiente cuando reemplazó a Carranza y Luna (que ingresó por Pieters) casi se viste de héroe cuando probó desde lejos, pero la pelota terminó arriba del travesaño.
El “Lobo” no despega, carretea en una inmensa pista que se hace cada vez mas angosta y más corta. Parece que la carga negativa que este “vuelo” tiene encima (lesiones, goles en contra, errores y falta de eficacia) no le deja levantar las narices y los ascensos terminan siempre en un “aterrizaje forzoso”.